Se tomaron el trabajo de medirlo y lo constataron: los chicos corren mucho menos riesgo de contagiarse covid-19 que los adultos.
Un trabajo de científicos de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, dirigido por Rosalind Eggo, investigadora en modelos de enfermedades infecciosas, pudo establecer que los menores de 20 años son casi un 50% menos susceptibles a covid-19 que los mayores, y que los síntomas clínicos de la enfermedad aparecen sólo en el 20% de las infecciones en niños y adolescentes. La investigación fue publicada en Nature Medicine. Para el estudio, un trabajo de construcción de modelos de análisis, se usaron datos de 32 lugares de China, Italia, Japón, Singapur, Canadá y Corea del Sur, informa Reuter.
Hay otro dato importante: no sólo se enferman menos sino que, si lo hacen, las consecuencias suelen ser mucho menos graves, y desde que comenzó la pandemia, los científicos tratan de averiguar por qué. Se han propuesto varias teorías: la posibilidad de que tengan una respuesta inmune inicial más fuerte y más efectiva al virus que los adultos; y/o que puedan tener cierta inmunidad por exposición reciente a virus similares. Pero un número creciente de investigadores piensa que la diferencia entre adultos y niños puede tener que ver con la condición de sus vasos sanguíneos.
Los “peques” argentinos
En nuestro país, hasta el lunes se habían detectado unos 4.000 casos en niños y adolescentes; el 46% de ellos tenía entre cero y nueve años, y se sabe que cuatro o cinco de cada 10 niños fueron contagiados por adultos, generalmente sus padres o sus contactos cercanos, destaca en un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) Gabriela Ensinck, infectóloga pediátrica y secretaria del Comité de Infectología de la institución.
“Esos 4.000 representan un 15% del total de los casos nacionales, lo que es muy superior al 2% reflejado en países de Europa o en China (nota: son países con la población mucho más envejecida), pero claramente también en nuestro país los niños y los adolescentes son el grupo menos afectado por el SARS-Cov-2”, agrega Ensinck.
En otras palabras: en su modo de reacción al coronavirus los niños de todas partes se parecen. La pregunta es, ¿qué los diferencia de los adultos?
¿Coagulación?
Muchos adultos con graves covid-19 experimentan coagulación en los vasos sanguíneos, lo que conduce a ataques cardíacos o ACV, y la coagulación parece estar relacionada con un mal funcionamiento del endotelio, es decir, el tejido liso que recubre los vasos sanguíneos y que normalmente evita la coagulación, describe David Cyranoski, uno de los editores de la prestigiosa revista Nature. “Normalmente, los coágulos se forman para detener el sangrado en caso de una lesión; pero si el endotelio resulta dañado, también se pueden formar coágulos”, explica a Nature Frank Ruschitzka, cardiólogo del Hospital Universitario de Zúrich, Suiza.
Ruschitzka y sus colegas descubrieron que el SARS-CoV-2 es capaz de infectar las células endoteliales, que se encuentran distribuidas por todo el cuerpo. Hicieron un estudio con pacientes y hallaron que el virus había infectado el endotelio y había causado inflamación y signos de coagulación.
El estudio fue muy pequeño, por lo que claramente hay que investigar todo mucho más a fondo, pero -afirma Marcel Levi, hematólogo del Hospital Universitario de Londres-, esta teoría también puede permitir explicar por qué los adultos que sufren afecciones que comprometen el endotelio, como diabetes o hipertensión, corren mayor riesgo de sufrir covid-19 grave.
El endotelio casi siempre está en mejores condiciones en los niños que en los adultos. “El endotelio de un niño se configura perfectamente y luego se deteriora con la edad”, destaca Paul Monagle, hematólogo pediátrico en el Campus Infantil de Melbourne. Otro apoyo a esta teoría es que pocos niños con covid-19 presentan coagulación excesiva y vasos dañados, añade Monagle.
En nuestro país se observa lo mismo: “en muy pocas ocasiones algunos niños desarrollaron un síndrome inflamatorio pediátrico multisistémico que incluye inflamación de los vasos arteriales”, informó Elizabeth Bogdanowicz, infectóloga pediatra y también miembro del comité de Infectología de la SAP.
El posible mecanismo
Monagle y su equipo están tratando de entender qué sucede cuando el virus ingresa en las células endoteliales. Su hipótesis es que SARS-Cov-2 probablemente interrumpe la comunicación entre las células, las plaquetas y los componentes plasmáticos involucrados en la coagulación, y que esta ruptura de la comunicación conduce a la formación excesiva de coágulos.
Para tratar de probarlo han lanzado dos experimentos; buscan tratar de comprender mejor este mecanismo y ver si hay algún elemento protector sobre los vasos sanguíneos de los niños que los hace menos propensos a producir coágulos excesivos en respuesta a la infección viral. En el primer experimento, el equipo intentará recrear en laboratorio las condiciones que se dan dentro de los vasos sanguíneos tanto de niños como de adultos. Para ello tomarán células endoteliales cultivadas que estén infectadas con SARS-CoV-2 y las bañarán en plasma de tres fuentes: niños, adultos sanos y adultos con enfermedad vascular. “Al comparar cómo las células infectadas interactúan con los tres tipos diferentes de plasma, deberían poder ver qué hace que la señalización en los vasos se torne mal”, destaca el artículo de Cyranoski.
El grupo que dirige Monagle espera que el estudio de las muestras de niños no sólo explique su fortaleza como grupo etario, sino que también ofrezca pistas sobre lo que está pasando en algunos adultos. “Si entendemos lo que les sucede a los niños, podríamos modificar a los adultos para que sean ‘más infantiles’”, dice.
Durante el segundo experimento, el equipo analizará el plasma de niños y de adultos con covid-19, que contiene proteínas liberadas por células endoteliales dañadas, para tratar de identificar posibles marcadores de la enfermedad.
Seguir teniendo cuidado
Como casi todo con el SARS-Cov-2, se trabaja contrarreloj, y a prueba y error. Por eso, aunque se enfermen menos y menos grave, no hay que bajar la guardia: la SAP insta a extremar los cuidados, ya que -sobre todo niños y adolescentes asintomáticos- involuntariamente contribuyen con la transmisión comunitaria de la enfermedad.
“Es importante insistir en que deben cubrirse la boca con el codo al toser o estornudar; lavarse las manos con frecuencia y en las salidas recreativas -muy beneficiosas para el cuidado del aspecto emocional- mantener el distanciamiento; el tapabocas en los mayores de 3 años, porque resulta riesgoso en los más pequeños”, recordó Bogdanowicz. Los riesgos, ni de lejos, han desaparecido.